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Daniel Quijada asumió por primera vez la presidencia del Colegio de Gestores Administrativos en marzo de 2018 sin hacerse una idea de todo lo que se avecinaba. Pandemia de coronavirus, crisis de abastecimiento e inflación. En ese contexto preparó los cimientos de lo que ahora recoge: el reconocimiento público de la profesión, pero con apellido: “Éramos muy conocidos, pero también muy confundidos”, explica en esta entrevista.
¿Han sido los peores cinco años para presidir?
Por un lado, te diría que sí. Sí porque nos hemos enfrentado a algo por lo que nadie había pasado. Cuando pasamos la crisis de 2008, clientes muy antiguos me decían: “No te preocupes, lo habitual en un periodo profesional es que te comas una o dos crisis”. ¡Pues yo llevo tres o cuatro! Ahora, se han mezclado la crisis del covid y la provocada por la guerra tras la invasión rusa en Ucrania.
Entonces, a la hora de tomar decisiones y afrontar retos sí han sido los peores años, sobre todo durante la pandemia porque no teníamos ningún criterio asumido. Por esa parte ha sido muy difícil y muy complicado. De hecho, entre los compañeros soy consciente de que muchos lo han pasado muy mal con una presión e intensidad que han derivado en casi depresiones o problemas familiares muy serios. La parte positiva que extraigo es la respuesta de todo el mundo, empezando por los propios colegiados, pero también siguiendo por todo el personal del colegio y todos los funcionarios que han dado la cara.
Con todo, hace casi un año que afrontó otros cuatro años en su cargo…
Somos una institución que tendemos a tener presidentes muy longevos en el cargo, no solo en Málaga, sino en todos los colegios. Mi antecesor, Jorge Alcántara, estuvo ocho años y yo llevo cinco.
Él tenía una teoría, que comparto a veces, que es que cuatro años no es tiempo suficiente como para desarrollar un proyecto. La parte en la que todavía reflexiono es que si ocho años es un periodo suficiente como para dar paso a alguien más o todavía hay margen para 12. Es verdad que en la intensidad de lo que han sido estos cinco años ha habido momentos muy agotadores que te hacen replantearte muchas cosas, pero luego salen los resultados y la gente te apoya y, parece ser, que la institución funciona y se están haciendo las cosas bien.
Daniel Quijada asumió por primera vez la presidencia del Colegio de Gestores Administrativos en marzo de 2018 sin hacerse una idea de todo lo que se avecinaba. Pandemia de coronavirus, crisis de abastecimiento e inflación. En ese contexto preparó los cimientos de lo que ahora recoge: el reconocimiento público de la profesión, pero con apellido: “Éramos muy conocidos, pero también muy confundidos”, explica en esta entrevista.
¿Han sido los peores cinco años para presidir?
Por un lado, te diría que sí. Sí porque nos hemos enfrentado a algo por lo que nadie había pasado. Cuando pasamos la crisis de 2008, clientes muy antiguos me decían: “No te preocupes, lo habitual en un periodo profesional es que te comas una o dos crisis”. ¡Pues yo llevo tres o cuatro! Ahora, se han mezclado la crisis del covid y la provocada por la guerra tras la invasión rusa en Ucrania. Entonces, a la hora de tomar decisiones y afrontar retos sí han sido los peores años, sobre todo durante la pandemia porque no teníamos ningún criterio asumido. Por esa parte ha sido muy difícil y muy complicado. De hecho, entre los compañeros soy consciente de que muchos lo han pasado muy mal con una presión e intensidad que han derivado en casi depresiones o problemas familiares muy serios. La parte positiva que extraigo es la respuesta de todo el mundo, empezando por los propios colegiados, pero también siguiendo por todo el personal del colegio y todos los funcionarios que han dado la cara.
Con todo, hace casi un año que afrontó otros cuatro años en su cargo…
Somos una institución que tendemos a tener presidentes muy longevos en el cargo, no solo en Málaga, sino en todos los colegios. Mi antecesor, Jorge Alcántara, estuvo ocho años y yo llevo cinco. Él tenía una teoría, que comparto a veces, que es que cuatro años no es tiempo suficiente como para desarrollar un proyecto. La parte en la que todavía reflexiono es que si ocho años es un periodo suficiente como para dar paso a alguien más o todavía hay margen para 12. Es verdad que en la intensidad de lo que han sido estos cinco años ha habido momentos muy agotadores que te hacen replantearte muchas cosas, pero luego salen los resultados y la gente te apoya y, parece ser, que la institución funciona y se están haciendo las cosas bien.
¿Qué más extrae positivo de estos años?
Otra de las cosas que ha provocado la pandemia es que valoramos más el tiempo que dedicamos a familia y amigos. Todos hemos autodecidido intentar dedicar menos tiempo al trabajo y más a los amigos y familia. Los clientes también se han acostumbrado a que no hace falta venir a la oficina para que las cosas funcionen. Eso ha provocado incluso que los horarios de la profesión hayan cambiado y que, en algunos casos, solo se atiende por la mañana y por la tarde trabajan bajo petición o atención telemática. En el Colegio, también intentamos ser más racionales para organizar el trabajo, también por una cuestión de conciliación. Históricamente teníamos un horario partido y ahora estamos de 8 de la mañana a seis de la tarde en horario continuo con diferentes turnos de personal. Hemos visto, por ejemplo, que nuestro servicio a la hora del almuerzo se está aprovechando mucho. Lo que en principio habíamos hecho pensando en nuestro personal también repercute en el propio colegiado y viceversa.
¿Qué balance hace de sus cuatro años anteriores y los ya casi tres que ahora afronta en esta nueva legislatura?
Me remito primero a los ocho años de Jorge Alcántara porque también participé en esa Junta. Entonces, el primer reto que asumimos fue modernizar todo el Colegio. Estaba muy bien, pero había ciertas circunstancias que le hacían que estuviese anquilosado en determinadas cuestiones del pasado. Entendíamos que había cosas que modernizar desde los sistemas informáticos a las propias instalaciones. Una vez terminados esos años, lo que planteé a mi Junta de Gobierno era que nos teníamos que dar a conocer públicamente. Como profesión éramos, y todavía somos, muy conocidos, pero también muy confundidos. Somos gestores administrativos y la mayoría nos asimila a la figura de los gestores, sin menospreciarlos. Esa fue la meta que nos impusimos y lo hicimos en dos ámbitos: tanto hacia el propio ciudadano como hacia las instituciones a nivel local o provincial.
Queríamos que el Ayuntamiento supiese que el 95% de las altas de los vehículos las hacemos nosotros o que la Junta conociese que el 70% de las liquidaciones de transmisión de vehículos las hacemos nosotros. Había determinados cargos políticos que sí sabían que existíamos, pero no todo el abanico que tenemos nosotros, cada uno especializado en un tema concreto. Entonces, en estos próximos cuatro años queremos ratificar esta cuestión y, como todo en la vida, es más difícil mantenerlo que llegar. Requiere de una dedicación de todos los miembros de la Junta de Gobierno para estar presentes en todo lo que debamos o queramos estar. Obviamente, este objetivo no nos desvía de seguir queriendo habilitar más servicios para todo el colectivo.
España perdió, solo en enero, 671 autónomos al día. ¿Qué ocurre?
Los costes son inasumibles. Primero por la pandemia, que creó una escasez de abastecimiento, y cuando parecía que había acabado, apareció la guerra, que incentivó el desabastecimiento que ya traíamos. Esto ha provocado el incremento de determinados costes no de primera necesidad, pero sí de primer uso diario como el combustible. También podemos poner el foco en el Gobierno, que tampoco termina de ayudar en muchos casos. Se podrían tomar medidas para que la economía o el dinero circulara más. Y, como último factor, también viene provocado por los precios que puede poner el empresario. No todas las actividades pueden incrementar sus honorarios al ritmo del IPC. Termina pasando que si te comes seis meses de incremento de
costes, pero con el mismo nivel de facturación, llegas a la conclusión de que no te merece la pena.
Habla de medidas que podría hacer el Gobierno, ¿me pone algún ejemplo?
Está probado históricamente que el abaratamiento, no tanto el coste del despido (porque cuando el empresario contrata no piensa en despedir), sino de la propia contratación tiene beneficios. Los costes asimilados de la contratación son muy elevados.
Si una persona quiere contratar a otra por 1.750 euros mensuales, deberá pagar en torno a 3.200 euros. Al empresario le cuesta el doble y se lo empieza a plantear.
Al sueldo se suman las retenciones, las aportaciones a la Seguridad Social, etc. y el empresario termina por no estar motivado para contratar.
Pon un gestor administrativo en tu vida porque…
No te va a solucionar la vida, pero sí te la va a facilitar. Algunos nos dicen que somos los psicólogos de la gestión administrativa. Hacemos de consejeros porque somos una figura que al final sabemos muchas cosas de nuestro cliente por trayectorias largas. Somos muy buenos en muchas cosas y tenemos una capacidad de visión global que otros profesionales, por circunstancias, no la tienen. Esto les da tranquilidad a la hora de asumir determinadas cuestiones. En definitiva, también solemos decir que somos empresarios de muchas empresas que no son nuestras. En nuestro día a día, vemos al fontanero, al camionero, al que va a montar una frutería… Es fundamental la capacidad de polivalencia que tenemos en todas las administraciones. No somos, en número, los más abundantes como colegiados, pero sí los que hacemos más en muchas cosas.
¿Qué más extrae positivo de estos años?
Otra de las cosas que ha provocado la pandemia es que valoramos más el tiempo que dedicamos a familia y amigos. Todos hemos autodecidido intentar dedicar menos tiempo al trabajo y más a los amigos y familia. Los clientes también se han acostumbrado a que no hace falta venir a la oficina para que las cosas funcionen. Eso ha provocado incluso que los horarios de la profesión hayan cambiado y que, en algunos casos, solo se atiende por la mañana y por la tarde trabajan bajo petición o atención telemática. En el Colegio, también intentamos ser más racionales para organizar el trabajo, también por una cuestión de conciliación. Históricamente teníamos un horario partido y ahora estamos de 8 de la mañana a seis de la tarde en horario continuo con diferentes turnos de personal. Hemos visto, por ejemplo, que nuestro servicio a la hora del almuerzo se está aprovechando mucho. Lo que en principio habíamos hecho pensando en nuestro personal también repercute en el propio colegiado y viceversa.
¿Qué balance hace de sus cuatro años anteriores y los ya casi tres que ahora afronta en esta nueva legislatura?
Me remito primero a los ocho años de Jorge Alcántara porque también participé en esa Junta. Entonces, el primer reto que asumimos fue modernizar todo el Colegio. Estaba muy bien, pero había ciertas circunstancias que le hacían que estuviese anquilosado en determinadas cuestiones del pasado. Entendíamos que había cosas que modernizar desde los sistemas informáticos a las propias instalaciones. Una vez terminados esos años, lo que planteé a mi Junta de Gobierno era que nos teníamos que dar a conocer públicamente. Como profesión éramos, y todavía somos, muy conocidos, pero también muy confundidos. Somos gestores administrativos y la mayoría nos asimila a la figura de los gestores, sin menospreciarlos. Esa fue la meta que nos impusimos y lo hicimos en dos ámbitos: tanto hacia el propio ciudadano como hacia las instituciones a nivel local o provincial.
Queríamos que el Ayuntamiento supiese que el 95% de las altas de los vehículos las hacemos nosotros o que la Junta conociese que el 70% de las liquidaciones de transmisión de vehículos las hacemos nosotros. Había determinados cargos políticos que sí sabían que existíamos, pero no todo el abanico que tenemos nosotros, cada uno especializado en un tema concreto. Entonces, en estos próximos cuatro años queremos ratificar esta cuestión y, como todo en la vida, es más difícil mantenerlo que llegar. Requiere de una dedicación de todos los miembros de la Junta de Gobierno para estar presentes en todo lo que debamos o queramos estar. Obviamente, este objetivo no nos desvía de seguir queriendo habilitar más servicios para todo el colectivo.
España perdió, solo en enero, 671 autónomos al día. ¿Qué ocurre?
Los costes son inasumibles. Primero por la pandemia, que creó una escasez de abastecimiento, y cuando parecía que había acabado, apareció la guerra, que incentivó el desabastecimiento que ya traíamos. Esto ha provocado el incremento de determinados costes no de primera necesidad, pero sí de primer uso diario como el combustible. También podemos poner el foco en el Gobierno, que tampoco termina de ayudar en muchos casos. Se podrían tomar medidas para que la economía o el dinero circulara más. Y, como último factor, también viene provocado por los precios que puede poner el empresario. No todas las actividades pueden incrementar sus honorarios al ritmo del IPC. Termina pasando que si te comes seis meses de incremento de costes, pero con el mismo nivel de facturación, llegas a la conclusión de que no te merece la pena.
Habla de medidas que podría hacer el Gobierno, ¿me pone algún ejemplo?
Está probado históricamente que el abaratamiento, no tanto el coste del despido (porque cuando el empresario contrata no piensa en despedir), sino de la propia contratación tiene beneficios. Los costes asimilados de la contratación son muy elevados.
Si una persona quiere contratar a otra por 1.750 euros mensuales, deberá pagar en torno a 3.200 euros. Al empresario le cuesta el doble y se lo empieza a plantear. Al sueldo se suman las retenciones, las aportaciones a la Seguridad Social, etc. y el empresario termina por no estar motivado para contratar.
Pon un gestor administrativo en tu vida porque…
No te va a solucionar la vida, pero sí te la va a facilitar. Algunos nos dicen que somos los psicólogos de la gestión administrativa. Hacemos de consejeros porque somos una figura que al final sabemos muchas cosas de nuestro cliente por trayectorias largas. Somos muy buenos en muchas cosas y tenemos una capacidad de visión global que otros profesionales, por circunstancias, no la tienen. Esto les da tranquilidad a la hora de asumir determinadas cuestiones. En definitiva, también solemos decir que somos empresarios de muchas empresas que no son nuestras. En nuestro día a día, vemos al fontanero, al camionero, al que va a montar una frutería… Es fundamental la capacidad de polivalencia que tenemos en todas las administraciones. No somos, en número, los más abundantes como colegiados, pero sí los que hacemos más en muchas cosas.