Asesores fiscales, gestores y abogados de empresa teletrabajan a destajo para auxiliar a pymes y autónomos en ‘shock’: tramitar ERTE, ayudas y moratorias de pago se suman al cargado calendario fiscal del mes de abril
El mes de abril ha estado siempre marcado en rojo en el calendario de los asesores fiscales por la cantidad de impuestos que hay que pagar. Pero lo de este año no se olvidará fácilmente. Hasta el pasado viernes, cuando la ministra de Hacienda anunció una ampliación del plazo de un mes -que todavía tiene que aprobarse en Consejo de Ministros-, las empresas y autónomos seguían teniendo el 20 de abril como fecha tope para las retenciones del IRPF, el IVA y los pagos fraccionados de Sociedades. Para cumplir con este calendario, o al menos intentarlo, los profesionales tributarios llevan trabajando a destajo las últimas semanas.
‘Asesores al borde de un ataque de nervios’ podría llamarse la película sobre la situación actual de los despachos profesionales, considerados con buen criterio una de las actividades esenciales que han seguido trabajando las dos últimas semanas. Abogados, gestores administrativos, asesores fiscales, economistas y demás profesionales al servicio de la empresa están actuando como los médicos intensivistas en la epidemia económica del coronavirus: contienen hemorragias, buscan oxígeno y administran medicinas de urgencia a los negocios que han entrado en ‘shock’ por culpa del Covid-19.
Al trabajo habitual de estos profesionales, que ya de por sí se ha complicado porque no pueden reunirse con clientes y les falta documentación, se suma la tramitación de ayudas y procedimientos vinculados a la crisis: ERTE, moratorias fiscales, prestaciones por cese de actividad, refinanciaciones… «Súmale a eso que hacemos de psicólogos porque los clientes están desesperados… además de que pueden estar afectados por la enfermedad, ellos o sus familiares», explica José María Muñoz, socio fundador de la firma José María Muñoz y Asociados. Sin olvidar otra tarea: estudiar la nueva normativa económica y laboral que se publica casi a diario.
«Mi familia me regaña porque me ve menos ahora aunque estoy en casa; no salgo del despacho. Pero es que no damos abasto. Estamos trabajando entre 10 y 14 horas al día los socios y asociados, y más de 8 los empleados; tenemos un compromiso con nuestros clientes en esta situación tan difícil», prosigue Muñoz, que a esta frenética actividad suma otra faceta no menos compleja: es el administrador judicial del Málaga CF.
Su colega Eduardo Cortés, presidente de la Asociación Profesional de Técnicos Tributarios y Asesores Fiscales de Andalucía, que está pasando el confinamiento en su casa en el campo, teletrabaja «de 7 a 22 horas cada día desde que empezó este mes de abril». «Estamos colapsados», resume. Su reacción ante el aplazamiento fiscal anunciado por el Gobierno es una mezcla de alivio y enfado, ya que se ha hecho «tarde y mal»: «El Consejo de Ministros va a analizar el aplazamiento un día antes de que termine el plazo para presentar los impuestos domiciliados», critica.
Daniel Quijada, presidente del Colegio de Gestores Administrativos de Málaga, califica de «complicada» la situación que viven las gestorías. «En primer lugar, la avalancha de ERTE que esta insólita circunstancia ha provocado ha supuesto un colapso en los despachos; se ha estado trabajando sin parar durante los siete días de la semana. Las empresas han presentado un número muy elevado de expedientes, la información sobre cómo presentarlos iba llegando a cuentagotas… Todo esto, agravado con la caída de los sistemas informáticos de las administraciones públicas que ha provocado un caos en las tramitaciones», critica, destacando que por culpa de este colapso hay «numerosos trabajadores» que no han podido cobrar el paro en abril.
A esto se suma que todos los despachos de gestores, asesores fiscales y abogados están teletrabajando o, como mucho, mantienen al personal imprescindible en sus oficinas. «Los ocho que formamos el despacho estamos trabajando desde casa», explica Rubén Candela, fundador de Candela Asesores, que destaca que la dificultad reside en que muchos clientes no están digitalizados y hay que buscar «soluciones imaginativas». Rafael Medina, socio director de Medina Pinazo Abogados, confiesa que aunque el teletrabajo estaba ya asentado en su despacho, se «echa de menos el cara a cara con los clientes, tan fundamental en esta profesión».
Trabajando más que nunca, pero desde casa, está también Cristóbal García, socio del área laboral de Garrigues en Málaga. «La compleja situación por la que pasan muchos clientes y la velocidad incesante de novedades normativas hacen que el cliente necesite, más que nunca, de un abogado a su lado, acompañándole en la toma de decisiones de negocio no sólo como consejero legal, sino como asesor estratégico e incluso como psicólogo», asegura. García asegura que se están haciendo «esfuerzos en materia de honorarios, calendario de pagos y desarrollando, incluso, muchos proyectos ‘pro bono’ para contribuir a la salida de esta crisis», afirma.
En esta misma línea, José María Muñoz ha decidido «por una cuestión de ética» asumir la carga extra de trabajo que está suponiendo este terremoto económico sin cobrársela a sus clientes. «Todos debemos arrimar el hombro para que todo pueda volver a la normalidad cuanto antes», afirma.