Regina López Castilla, responsable de Acción Social del Colegio de Gestores Administrativos de Málaga, nos habla sobre la importancia de contribuir desde las empresas e instituciones con los sectores más frágiles de la sociedad. Charlamos con ella para nuestro Anuario, pero su entrevista ha adquirido, si cabe, más actualidad en estos momentos, ya que la pandemia sanitaria ha provocado un aumento de la pobreza en la ciudad.
¿Cómo valora el panorama malagueño en materia de RSC?
La RSC ha venido tomando auge en todas las empresas y organizaciones en los últimos años, y Málaga no ha sido una excepción. Las grandes empresas, los colectivos profesionales como el nuestro son cada vez más conscientes de la necesidad de incorporar criterios de RSC en sus proyectos. Pero también hay pequeñas empresas y empresarios que lo hacen. El gran tejido asociativo malagueño, que tan buen trabajo hace, se siente apoyado por el tejido empresarial y otros colectivos que son muy necesarios para la consecución de sus objetivos.
En particular, en Málaga existe el Foro Provincial de Empresas Socialmente Responsables que ya aglutina a más de 40 miembros y que pretende ser un impulso para la RSC en nuestra provincia.
¿En qué proyectos de Responsabilidad Social Corporativa se vuelca el Colegio?
Podemos decir que la RSC se ocupa de dos vertientes: por un lado, que el procedimiento por el que consiguen los recursos de una organización sea ajustado a ley, responsable, sostenible y transparente, y por otro el uso que se hace de parte de esos recursos revierta en el bien común de la sociedad y no solo de la empresa y organización que los obtiene.
En este sentido, y relacionado con la primera vertiente, el Colegio siempre se ha caracterizado por un cumplimiento de las normas laborales que permiten un correcto desarrollo de su personal, favoreciendo por ejemplo la conciliación familiar. Además, se han implantado medidas tendentes a la reducción al máximo del papel como forma de contribuir a la sostenibilidad medioambiental.
La acción social, que estaría relacionada con la segunda vertiente, empezó por la colaboración que se hace tradicionalmente con la Hermandad del Rescate, de la que somos hermanos mayores honorarios, para su acción social.
Más adelante se llevó a cabo una colaboración puntual con la Fundación Luis Olivares. El detalle que habitualmente se tenía en nuestra comida anual de colegiados se sustituyó por un donativo a dicha Fundación y la presencia de su presidente para dar a conocer su actividad. Esta Fundación, de sobra conocida por la sociedad malagueña, se ocupa de dar atención integral a las familias de niños a los que se diagnostica cáncer, con diversos proyectos y actividades muy interesantes.
En estos momentos la acción social se vuelca con otras dos asociaciones malagueñas: la Asociación Red Madre Málaga y la Asociación Nena Paine. Con ellas se han suscrito acuerdos de colaboración más a largo plazo para ayudar de diversas formas a la consecución de sus objetivos.
¿Es la RSC también una opción para las pymes y autónomos o más bien se reserva para las grandes empresas?
Es verdad que la RSC nació como una respuesta de las grandes corporaciones para paliar los efectos negativos de su actividad, tomando iniciativas que revirtiesen positivamente en su entorno. Sin embargo, sus principios pueden ser adoptados por pequeñas empresas e incluso autónomos, cada uno en la medida de sus posibilidades. Muchas veces la aportación no será muy alta en términos monetarios pero para sus destinatarios tendrá seguro un gran valor.
Para Colegios como el nuestro es una obligación moral influir positivamente en la sociedad en la que estamos inmersos.
¿Por dónde debería empezar una empresa que quiere aportar a proyectos de RSC?
El primer paso sería asegurarse que se están cumpliendo todas las normas relativas al desarrollo de la actividad, especialmente en los terrenos de derechos laborales de los trabajadores y de sostenibilidad medioambiental. No tiene sentido volcarse en proyectos hacia afuera si dentro aún hay mucho margen de mejora en estos ámbitos.
Una vez decidido lo que se va a destinar a programas de acción social, se debe concretar a qué ámbito de actuación se quiere acudir, por ejemplo: medioambiente, infancia, atención a la enfermedad o la dependencia… y dentro de esto buscar las asociaciones dedicadas a estos campos a las que apoyar. Por supuesto, también se podrían hacer proyectos propios de la empresa, pero sería mucho más complicado empezar así que apoyando a proyectos que ya existan.